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El viejo y la montaña

El viejo y la montaña
(A mis amigos en Chicago)

Bajo un jirón de niebla desde el puente,
la sierra del tablón de azul se viste;
de su velo blanco se despoja lentamente,
¡Como una mujer bonita que se desviste!

Oteando el horizonte diviso en lontananza,
mi patria chica donde fui feliz de niño;
Mágica tierra, con perfume de añoranza,
que Allende El Bravo se recuerda con cariño.

En la inmensa soledad del bosque umbrío,
me asalta el recuerdo de un ayer distante;
sublime evocación, que guarda el pecho mío,
de cuando fui un paisano trashumante.

Amo los bosques, montañas y colinas;
sin ser sibarita, vivo feliz, vivo contento,
solo me seduce el vaivén de las encinas
en voluptuosa danza con el viento.

Con el embrujo del paisaje potosino,
quiero morir de cara al sol, en mi cabaña.
Decirle adiós a Cerritos, al final de mi camino,
desde donde las nubes besan la montaña.

Alfredo Sauceda Loredo,
Brownsville, Texas. Diciembre 2011.

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