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La refaccionaria del Carro

Al haberse extinguido las llamas, don Ponciano consumía pan con café frente al domicilio siniestrado. Parecía afligido.

Por FRANCISCO VALERO.- La mañana del jueves 2 de agosto una inmensa columna de humo sobresaltó a la población de la cabecera municipal.

La ola fue vista desde todos los lugares e inmediatamente se alertó a Plurinominal.

Cuando llegamos a “Las Gaviotas” nos dimos cuenta que de la refaccionaria perteneciente a José Esparza Zamora de 49 años, conocido como “El Carro” salían gigantescas llamaradas.

El negocio estaba envuelto en fuego, mientras al propietario no le quedaba mas que ver cómo se consumía.

Conocidos le preguntaban por su padre, el señor Ponciano Esparza, de 92 años de edad, quien casi siempre estaba en el interior del negocio. El señor cuenta con dificultad para caminar.

Por fortuna, antes del incendio el señor Ponciano Esparza se había sentado a sombrear en la banqueta de enfrente.

Entrevistamos al «Carro». Comentó que poco después de las 10:30 de la mañana salió a la tienda del “Licenciado Horacio” para comprar pan. Su padre desayunaría las piezas con café.

A salir, alcanzó a oír que alguien gritó, «el carro se está quemando”.

José Esparza pensó que se referían a un vehículo. Vio por una calle y nada, volteó para otro lado y tampoco, entonces miró hacia su negocio y se dio cuenta que salían grandes bocanadas de humo.

Reconoció que los artículos almacenados eran altamente flamables, por eso ya no pudo rescatar ninguna pertenencia.

El interior terminó quemado. Había un cargador de baterías, aire acondicionado, dos bicicletas, una planta eléctrica, llantas para vehículos, ropa de él y de su padre. Todo se perdió.

 

El motivo de la conflagración

 

José Esparza comentó que acababa de salir de la refaccionaria. No tardó casi nada comprando pan, por eso no tenía claro el motivo del incendio. Supuso que pudo acontecer mientras cargaba una batería.

Cree que está se calentó. Tampoco descartó un corto en el circuito eléctrico.

Ante el incendio, vecinos llamaron al 911 pero no hallaron respuesta.

Otros marcaron a la Dirección de Seguridad Pública Municipal y pasaron varios minutos para que su llamada fuera contestada. Cada minuto era importantísimo para evitar un daño a viviendas aledañas.

Por otro lado, no se miró que personas llegaran con cubetas con agua para arrojar al fuego.

Plurinominal entrevistó a algunos de los comerciantes que venden pollo asado.

Explicaron que sacaron una manguera pero al abrir la llave “el agua que salía no tenía presión”, y tardarían bastante en llenar una cubeta. Hubo mas personas quienes enfatizaron en este problema y recomendaron a El Carro que investigue si puede fincar alguna responsabilidad al municipio por no proporcionar este servicio básico que en este caso era necesario para evitar la afectación.

Por otro lado, los bomberos fueron tardíos.

Una persona que brinda asesoría al recién formado cuerpo llegó sin equipo. Tuvo que esperar la pipa del ayuntamiento, así como a Javier Izaguirre Ruiz y demás voluntarios.

Por otro lado, Gerardo Güitrón, Director de Protección Civil arribó un poco después de media hora de haber iniciado el incendio.

No traía consigo ni una cubeta para arrojar agua, sino que se enfocó en realizar llamadas telefónicas para conseguir una pipa.

El director de Protección Civil comentó a Plurinominal que los comerciantes desobedecen la normatividad.

Informó que tienen la obligación de contar con extinguidores, y éstos han de actualizarse cada año para evitar que el contenido resulte inservible.

Reconoció que los extinguidores de los negocios cercanos cuentan con tres años sin ser actualizados, por eso ninguno de los tres que había en el lugar pudieron usarse.

Quienes escucharon la recomendación, pidieron suspender a actividad de aquellos que desobedezcan esta norma.

“Para los comerciantes es muy cómodo que no se les sancione por incumplir con la normatividad de Protección Civil”, dijo una persona.

Después del incendio algunos comerciantes pidieron a Gerardo Güitrón el dictamen de este año para pedir que les rellenen los extinguidores.

Por su parte, durante el incendio muchos automovilistas no permitieron el paso de la patrulla que precedía a la pipa de agua del ayuntamiento.

A pesar de que la patrulla hacía funcionar las luces y torreta de emergencia, los automovilistas no hacían caso de hacerse a un lado.

Este hecho fue visible casi en la esquina de Madero con Hidalgo, donde por varios minutos se impidió el paso de la patrulla y del camión.

Así lo comentó a Plurinominal Javier Izaguirre Ruiz, quien viajaba en el vehículo que fue donado al cuerpo de bomberos.

Los automóviles no avanzaban sabiendo de la emergencia.

A pesar de que se hacía sonar el claxon y las luces nadie se hizo a un lado.

En el vehículo llevaban los uniformes de bomberos.

Automovilistas comentaron que la torreta o sirena son atendidas en otros lugares, donde los vehículos se abren para el paso de unidades de emergencia, pero en este municipio los automovilistas desatienden lo que indican las luces y los sonidos debido a que por mucho tiempo se les ha dado mal uso.

“Los policías por todo hacen funcionar las luces y la torreta, hasta para ir a comer”, entonces cuando de verdad sucede una emergencia la gente no capta el mensaje.

De igual modo, en ocasiones han escuchado las sirenas porque las patrullas van encabezando a un grupo de jinetes “todos borrachos”.

Eso se debe de acabar, para cuando suceda una emergencia verdadera, todos se hagan para un lado y dejen pasar.

El director de Protección Civil hizo un llamado a personas que se encontraban dando cuenta del incendio. Estaban enfrente, trató de retirarlos porque en el interior del negocio se encontraba un tanque de gas. Se temía un estallido. La gente no hizo caso a pesar de que estaba en peligro su integridad física.

Cuando el incendio fue sofocado, los bomberos sacaron del interior el tanque de gas. Le arrojaron agua para enfriarlo. Por fortuna no estalló.

Una persona explicó que el tanque no explota mas que cuando tiene fuga. En una conflagración el gas se enfría haciendo sudar el tanque.

El Director de Protección Civil Gerardo Güitrón y el director del cuerpo de bomberos Javier Izaguirre Ruiz realizaron una supervisión en el interior del negocio.

Verificaron que no hubiera peligro de conflagración. Entonces el camión cisterna del ayuntamiento también se retiró, pero el fuego amenazaba con regresar. Algunos objetos aún ardían. Igualmente pasó con las viguetas del techo.

Fue necesario que algunos vecinos apoyaran con tinas llenas de agua. Tuvieron que llenarlas a pesar de que no había suficiente presión en la llave.

De este modo acabaron con los rescoldos del fuego. Luego removieron las cenizas en el interior del negocio quemado.

 

Daños colaterales

 

El incendio ocurrido en la refaccionaria de José Esparza causó daños colaterales.

Las llamaradas perjudicaron los cables de la Comisión Federal de Electricidad y Teléfonos de México.

La CFE inmediatamente envió personal a cambiar el cableado.

Algunos cables estaban haciendo corto, por lo que fueron repuestos. También se repararon tomas de sitios aledaños.

Quienes quedaron incomunicados en materia telefónica e Internet fueron vecinos del barrio de San Juan.

El cableado era la principal línea que abastecía de esos servicios a la mayor parte de habitantes.

Para su suerte, ellos no encontraron la misma respuesta que en la Comisión Federal de Electricidad.

Algunos vecinos de inmediato llamaron a Telmex por la falta de conectividad y reportaron el incidente.

Les dijeron que hasta que más de 10 vecinos reportaran la falla programarían la reparación. Esto ocurrió al momento del envío de la presente nota, el jueves al medio día.

El edificio siniestrado es propiedad del empresario Jesús Almazán Amaya.

Él envió personal a su cargo para supervisar los daños. Al parecer la estructura no sufrió percances mayores y quedó con posibilidad de ser utilizada nuevamente.

José Esparza, “El Carro”, trataba de encontrar entre las cenizas las llaves de su camioneta para empezar a limpiar el edificio, aplicar pintura y continuar las actividades necesarias «desde abajo».

Al haberse extinguido las llamas, don Ponciano consumía pan con café frente a lo que fue la refaccionaria.

Parecía afligido.

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