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A votar (Y ACCIONAR) por un país en construcción

A mis dos hijas, Nely y July, por el país que también nos toca construir

Por Juan José Campos

Foto: Guillermo Padilla sobre la marcha de “# Yo soy 132” en san Luis Potosí, 23 de mayo de 2012.

México llega un momento de su historia de replanteamientos. Este domingo 1º. De julio, la sociedad hablará a través de su voto insertado en las urnas, que a su vez definirán su destino por al menos los siguientes seis años. Y no la tiene fácil. La sensación de incertidumbre predomina en muchos y la certeza en los menos, diría yo. ¿Quiénes son los menos y los muchos? Sin duda los primeros son aquellos que sustentan y valoran los “beneficios” que un sistema a modo les ha brindado y que no están dispuestos en ninguna forma a ceder un ápice de lo creen han conquistado sin tener conciencia de lo que deba ser involucrar en estos beneficios a los que los distintos gobiernos han dejado fuera de sus caprichos tecnocráticos y de políticas neoliberales condenándolos a la miseria cotidiana sin oportunidades de ninguna índole. Y aquí es donde entran los segundos en cuestión, aquellos que en la carencia han curtido su vacio cotidiano haciendo lo que “creen”, o bien, lo que les hacen creer, o mejor dicho, lo que la necesidad les hace tener que creer, que en el posible regreso de, no un partido, sino de un régimen, se habrá de generar una “paz” que otrora se “vivió” al no haber brindado al menos de manera tan descarada la gran cantidad de víctimas que este sexenio calderonista generó y que en los seis años del foxismo, “el sexenio de la alternancia”, cosechó generando un país donde los cimientos del encubrimiento en base a la indolencia del gobernante más obtuso y valemadrista que este México tuvo en vez de hacer de la tan mentada transición, un espacio de crecimiento con y por la sociedad.
Dio Vicente Fox por hecho que su función era “sacar al PRI de los pinos” con esa convicción con la cual ahora da su apoyo, 12 años después, al regreso ineludible de este partido al cual relevó y que en el camino, con ese mismo encono, no permitió- bajo ninguna concesión- la llegada de su archi-enemigo, el candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador, a la presidencia de la República en 2006. Este, quien sin duda, y pese a su postura en esta campaña de 2012 de principio amorosa y en las últimas semanas, con una mayor exigencia a pesar de lo conciliatorio de su llamado, en no quita el dedo del renglón, de que las cosas no cambiaran en este país, si los que detentan el poder siguen siendo los mismos beneficiados desde hace más de 30 años o mucho más.
La izquierda en esta campaña electoral encontró muchos factores a su favor donde la capacidad e imaginación de los grupos emergentes y en particular el de los jóvenes (y todos los que se sintieron identificados y muy entusiasmados por este surgimiento tan deseado, tan necesario) que se concentraron en el ya mundialmente conocido #YO SOY 132, sin ser este movimiento centrado en la figura de AMLO, aunque muchos así lo hubiese querido, si tuvo tientes de lo que la izquierda, esa visión que busca en teoría (y que la praxis en nuestro país la mas de las veces ha echado por tierra) de ser un movimiento centrado en la acción, en la participación de lo colectivo, esa singularidad de ser en los otros, de tener voz y ser la voz de una sociedad que busca un reacomodo y una reconsideración sobre su propia historia y con ello configurar un plan de acción hacia la generación de un proyecto de nación, que alternativo o no, tenga la posibilidad de sentar sus bases en la real participación ciudadana. Más sin embargo, este ejercicio deberá ser continuo, constante y sobre todo, no dejar de centrarse en involucrar a los distintos sectores de la sociedad.
Pase los que pase en esta semana donde sabremos quien tendrá las riendas del país por los seis años que vienen, es importante valorar las lecciones que se encontraron y más se han ido definiendo y fortaleciendo en las últimas semanas: la lucha forjada en la búsqueda del equilibrio, la lucha por marcar desde la ciudadanía una relación distinta con los poderes, una relación de exigencia y evitar a toda costa caer otra vez en el ostracismo, en agachar la cabeza y dejar que los poderes hablen mas allá de lo que a la ciudadanía le conviene. El que llegue a los pinos, debe tener claro que se encuentra con una sociedad distinta, divergente, plural, más informada e involucrada (no toda, pero si más que en otros momentos de nuestra historia reciente) y por ende sumamente participativa y que en ello ha despertado al saber que ya puede encontrar opciones en el mapa de la democracia, que aunque mucho le falta, mucho ha avanzado en los últimos 20 años.
El daño hecho a nuestro país ha sido mucho también. La democratización de los medios es un asunto imperante de exigencia forzada para una mejor ciudadanización y participación, eso sin duda; pero más importante, hoy más que nunca, es buscar las formas, los modos, los caminos, para que la educación en nuestro país sea el verdadero motor de cambio social y cultural. Mientras ello no se dé, se avanzará, si, pero el camino será lento y muy empedrado y en muchos de los caso, complejo y sumamente agotador.
Mientras la ignorancia y lo acomodaticio de una clase que en su aburguesamiento no es capaz de ampliar sus horizontes para un beneficio común que sigue dejando a una inmensa mayoría en la más vil pobreza; mientras haya funcionarios incompetentes e inoperables con beneficios estratosféricos sustentados por nuestros recursos nacionales, insisto, este país ira lento, lento, pero con la esperanza de que algo distinto podrá venir con lo que poco a poco se asoma entre la penumbra.
Pase lo que pase, en los días por venir, hay que mantenerse en la búsqueda de acciones de cambio, de transformación en relación con nuestro entorno, en comunidad, en dialogo constante.
Es el valor de una decisión, en un país donde varios se empeñan en hacernos creer que 82 años no existieron; que 12 fueron años de “experimentación” necesaria para una mejor nación, aunque ese proceso haya dejado más de 60,000 muertos, el proceso más sangriento en nuestra historia desde tiempos de la lucha armada en el periodo revolucionario.
Salgamos a votar. Pero más que ello, salgamos a construir el futuro de lo que viene, no solo este 1º. de julio. ESTE DÍA, EL PAÍS SIGUE EN CONSTRUCCIÓN, así que no perdamos la oportunidad y sigamos con la visión de exigir lo que nuestra propia historia debe merecer a favor de una sociedad muchísimo mejor.
Y si, el idealismo no funciona, si no lo transformamos en acciones de cambio concretas. De primera instancia, el voto, es el primer gran paso para demostrar nuestra capacidad de decisión.
Todo a votar… y a ACCIONAR.

En facebook y twitter: @ Juan José Campos Loredo

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