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Purgas en puerta

Concluida la contienda electoral, los partidos inician un proceso de autoanálisis dirigido a evaluar el comportamiento de sus agremiados y el grado de lealtad y entrega que éstos mostraron antes, durante y después de los comicios, con miras a determinar posibles sanciones contra quienes traicionaron a sus correligionarios y vendieron su dignidad al mejor postor.
De por sí la clase política está muy desprestigiada, son pocos los que pueden ofrecer una imagen de rectitud y congruencia ideológica, pues en su mayoría actúan como auténticos farsantes, sobreponiendo el pragmatismo a los ideales.
Y aún así, los miembros de los partidos abandonan impunemente su sentido ideológico y descaradamente actúan sin bandera, sin orientación y sin valores, por culpa de dirigentes políticos que sustentan sus programas políticos sobre mentiras, engaños y falsedades.
Esta situación sucedió en Cerritos en la pasada elección local, donde sin distingo de colores, los miembros de un partido pasaron sin rubor a otro, ideológica o moralmente opuesto, sólo para buscar un coto de poder que en su grupo original no lograron obtener para medrar del cargo.
Este abandono de ideales produjo un travestismo político, ya que por regla los renegados pasan a engordar las filas de otros partidos que les ofrezcan la satisfacción a sus necesidades materiales, sin que para nada importe la filosofía partidaria que es sometida a la ambición del poder.
Carentes ya de verdaderos ideólogos, los partidos políticos transformaron sus doctrinas en una política de mercado, bajo una ley de la oferta y la demanda que desactivó sus doctrinas y les privó del dogma menoscabando los liderazgos y dejando al garete a la militancia.
Los pragmáticos cambiaron de partido como cambiar de prenda de vestir elástica, mostrando su carencia de causa, ideología y respeto a sus líderes. El militante idealista cedió espacio al adherente oportunista que carece de formación política y sólo busca poder y fortuna con absoluto descaro.
Esto despertó conciencias en todos los partidos, al grado que ahora, en las filas del panismo cerritense, los mecenas de la “pareja de alcaldes” buscan expulsar a los tránsfugas que traicionaron a los ahora dueños de la silla presidencial de este Municipio, como si de sexo servidoras se tratara.
En tanto que el priísmo, en un tardío acto de contricción, pretenden un reparto de culpas cuyos destinatarios van desde el primer “priísta del Estado” a las dirigencias estatal y municipal, quienes olímpicamente dejaron a la deriva la lucha de los tricolores locales por hacerse de la Alcaldía, con razón o sin ella. Los resultados están a la vista, perdieron en las urnas y en la mesa, pero la duda de los resultados que pudo arrojar un reconteo también será eterna.
De los partidos de la izquierda sintética, ni qué decir. Convirtieron el gobierno pasado en una cena de negros y siguen como perros y gatos, actitud que atomiza aún más su ya de por sí magra militancia.
Ojalá este análisis retrospectivo redunde en una depuración de malos elementos en los institutos políticos que en algo beneficie a la tan demeritada clase política local.

CINCELAZO: El peor de los males es el que oprime al pensamiento.

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