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Cerriles 566

Unos lo ratificaron, otros lo rechazaron, pero ha pasado un año desde que se conoció un dudoso resultado electoral en el municipio.
Mientras hubo quienes anhelaban el gane de Dulce María Montes porque significaba “chamba segura” en el edificio presidencial, los contrarios a la pareja de alcaldes quisieron evitarlo en los tribunales.
Pero el desenlace panista no significó una garantía para el desarrollo municipal sino un incremento patrimonial para el grupo de los panistas de siempre. ¡Oh desilusión!
Y como se apuntó a un supuesto fraude donde habría metido las manos personal del Comité Municipal Electoral, este organismo por vez primera en Cerritos, perdió credibilidad.
El dudoso triunfo logrado gracias a una orquestación muy bien ejecutada desde los engaños denunciados en el proceso interno de acción nacional para elegir al candidato, aunado a una mediocre forma de gobierno donde impera el aprendizaje, se ha visto como una de las peores tragedias para el pueblo de Cerritos.
La utilidad de mentiras disfrazadas de repetitivos discursos optimistas, sirvió mucho, porque miles de ciudadanos fueron presa de un engaño que beneficiaría las mayores pretensiones de un grupo no mayor a 10 con Doctorado en artimaña.
Cerritos, ha sido testigo del regreso al poder de un mandato que apunta al totalitarismo, donde a toda costa se evita la intromisión de contrarios y no se toma en cuenta el grito desesperado de los que sufren verdaderas necesidades.
Así, las decisiones de Montes, se reflejan en el horizonte de un Cerritos contrastado con la riqueza que obtienen los que gobiernan y la miseria de los esperanzados.
Tuvo que pasar un lapso de 6 años para el regreso panista, y lejos de llegar con ideas frescas hacia el rumbo del progreso, el gobierno de la comunicóloga avanza por senderos de una hecatombe administrativa.
Adversarios al grupo que se apoderó de la presidencia, acentúan en la victoria demeritada que no es otra cosa que el resultado de una campaña donde se recurrió al billetazo y a la imposición de fuerzas siniestras del Mesías panista.
Como llegó el derrumbe de una candidatura, creció la guerra sucia. Se entregaron artículos, se rehabilitaron los caminos donde predominaba el paso de los “puercos y gallinas”… todo era necesario para lograr un gane que perdió esencia política y pasó a asemejarse como el más caro de los berrinches azules.
Los actos desesperados, fueron tales que pocos dudan que de ser posible, alguien hubiera empeñado hasta su alma al diablo para evitar el ridículo, y al final un milagro ocurrió.
Los lloriqueos de fraude, complot o los adjetivos utilizados hasta en una demanda de un juicio electoral iniciado por los contrarios, fueron en vano, porque el PAN había vuelto prometiendo “experiencia y bien gobierno”.
Hoy, los resultados hablan por sí mismos: Funcionarios con los mejores sueldos de la historia, ningún proyecto relevante, poca obra pública y preferencia de trabajos tan sólo a foráneos o hasta la aplicación de sanciones administrativas únicamente para los adversarios.
Los actos no convencen a la ciudadanía. Debe preguntarse el gobernado, cuántos compromisos de campaña se han cumplido, pues los votos —alterados o no— han de ser correspondidos con hechos.

Nos leemos luego…

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