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Un conflicto social, el caso del Osmar Suriel García

  • Familiares claman por justicia, temen que homicida logre libertad

Marco Serna.- El asesinato a balazos de Osmar Suriel García Jaramillo se ha convertido en un problema social.
Parientes del que murió violentamente, amenazan con realizar una movilización de protesta en los pasillos del edificio de gobierno, pues consideran que una mujer “que actuó en complicidad” forma parte del personal de Tesorería.
Han reunido más de 100 firmas solicitando al cese de funciones, pero la solicitud no se ha atendido, además, saben que la defensa de Rafael Vázquez García alega que el homicida “actuó en defensa propia” y así buscan la soltura del cliente.
Es el jueves 12 de febrero de 2015. A la comunidad de Pozas de Santa Ana llegaron vehículos de seguridad pública municipal, custodiados por agentes de la policía ministerial del estado.

Le mataron a su hijo.
Le mataron a su hijo.

Baja de la unidad Rafael Vázquez García, esposado de pies y manos y se dirige al lugar donde se encontró con Osmar Suriel.
Acompañado por personal del Juzgado Mixto de Primera Instancia, del Ministerio Público y de su abogado defensor, explica lo que pasó la noche del 11 de enero, pues la defensa solicitó una reconstrucción de hechos.
A las autoridades las rodean algunas 50 personas. No les importa el frío, sino que buscan llamar la atención porque piden justicia.
Llevan pancartas en sus manos con mensajes de odio dirigidos al malhechor, pues creen que en este país la justicia favorece al delincuente.
Termina una parte de la diligencia y de un negocio ubicado en la calle principal, el sujeto es subido de nuevo a una camioneta.
Con armas largas, agentes de seguridad obstruyen la calle e impiden el paso a personas y vehículos; temen enfrentamientos o que alguien haga justicia por cuenta propia.
Luego se enfilan a la orilla del poblado para que Rafael explique por qué se llevó a Osmar a despoblado, antes de darle muerte con una pistola.
Allí los familiares del difunto rodean la zona, y narran lo que saben de los hechos a este reportero.
No conciben por qué el homicida trajo paseando a Osmar en una camioneta roja, con redilas antes de dispararle.
Aurora García, con lágrimas en los ojos señala que vio crecer a su sobrino, y siempre fue buen muchacho. Era un universitario que se había ganado el cariño de su familia, por eso considera injusta su muerte y llama «perro asesino» a Rafael Vázquez García.
Asegura que de la conducta de Osmar, cualquier persona ajena al clan familiar, puede dar buenas referencias.
Recordó que Rafael siempre le tuvo envidia a Osmar Suriel. «Nunca lo quiso, fueron compañeros de escuela».
El detenido andaba ese día luciendo un caballo, y se halló con Osmar.
Luego Rafael lo convenció de irse a una orilla y allá lo mató a sangre fría.
«Mijo no se le iba a rajar a golpes, el perro llevaba las de perder por eso lo mató y ahora hasta se atreve a difamarlo con que traía una pistola».
Al saber de la fragilidad del derecho penal, temen que el delincuente salga pronto de la cárcel, además piensan que la influencia de una hermana que trabaja en la administración de Benancio Hernández Moreno puede influir en la soltura.
Aurora García también cree que el CEREDI de Guadalcázar no tiene las medidas de seguridad suficientes para albergar a matones.
«Ahí deben estar puros rateros, los asesinos deben ser llevados a un lugar de máxima seguridad».
José Manuel Escobar Torres, jefe de la policía ministerial pide orden, espera que las cosas no se salgan de control porque los ánimos de la gente se calientan, y la sed de venganza se les ve en el rostro al pasar frente a ellos la figura del que arrebató la vida de su familiar.
Entonces no hacen más que mostrar las pancartas.

El detenido.
El detenido.

Entre las manifestantes se nota la madre de Osmar Suriel.
Rosa Nelly Jaramillo García tiene 41 años. Se muestra en silencio y alza un letrero que dice “Asesino, te lo tragaste y ahora lo difamas”, pero se nota un nudo en su garganta. Su hijo ya no vive en este mundo.
Otras familiares jóvenes muestran un póster con la foto del difunto que contiene la fecha de nacimiento, el 4 de octubre de 1994. Tenía la vida frente a él pero a los 20 años lo mataron.
El grupo se conforma con exhibir los letreros y amenaza con ir a la presidencia a sacar «de las greñas» a la hermana del detenido.
Tal vez no es así, pero ellos la creen cómplice, tampoco consideran justo que la camioneta donde murió Osmar –cuando buscaban atención médica– esté en el corralón mientras la unidad donde le dieron los balazos esté en la cochera de la familia de Rafael, por eso buscarán entrevistarse con el Procurador de Justicia del Estado.
En la Dirección de Seguridad Pública de Guadalcázar, el Comandante Sixto Hernández Álvarez recibió llamada telefónica a las 22:30 PM del 11 de enero. Sonia Vázquez García, denunció a su propio hermano por los hechos que ya son conocidos en todo Guadalcázar.
Al poco tiempo la familia de Rafael Vázquez García huyó de Pozas de Santa Ana.
Los Vázquez jamás olvidarán esa noche en que la vida les dio un giro por el crimen del que acusan a Rafael.
Decidieron entregarlo a la autoridad porque había usado un arma calibre 22, tipo revólver para ultimar a Osmar Suriel.
Dice la denuncia que luego de dispararle, Rafael condujo a Osmar a recibir atención, después los señores Ángel Vázquez y Pedro Vázquez entregaron al muchacho a su familia, y aunque ya nada podía hacerse, una persona cambió de ropa el cuerpo que creía vivo para llevarlo a un hospital cercano.
Ya estaba muerto y en el kilómetro 36+500 de la Carretera Federal 57, en una camioneta doble cabina aceptaron que habían perdido en esa carrera contra la muerte.
En su defensa el asesino habla de que su víctima traía un arma. Esta no ha aparecido.

Difícil olvidar su cara.
Difícil olvidar su cara.

Dos balazos acabaron con la vida de Osmar y el responsable sigue preso.

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