Ismael Vázquez, al cambiar del PAN al PVEM y buscar la reelección, ha provocado una ola de críticas. Su aparente falta de lealtad partidista y la percepción de que prioriza intereses personales sobre los colectivos, han generado descontento. La maniobra de posicionar a su esposa como candidata, porque no le quedó de otra que respetar la paridad de género, es vista como un acto de nepotismo que podría socavar la confianza en su liderazgo. Este tipo de políticas, centradas en el beneficio personal y familiar, pueden ser percibidas como un retroceso para la comunidad de Villa Hidalgo, especialmente si se comparan con las expectativas de un gobierno más inclusivo y representativo. La situación actual demanda un escrutinio riguroso de las intenciones y acciones de Vázquez, para asegurar que los intereses de Villa Hidalgo sean la prioridad.
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En Cerritos, la política es un escenario de intrigas y conspiraciones, donde nadie se puede fiar de nadie. El expresidente panista Alfredo Sánchez Azúa, quien ahora busca la alcaldía registrado en el PRI, ha dejado en evidencia su falta de lealtad y coherencia al abandonar el partido que lo llevó al poder. Su ruptura con Lena Jiménez, la actual dirigente del PAN, no es más que el reflejo de su desinterés por el proyecto colectivo y el bienestar de los ciudadanos. Lena, por su parte, tampoco ha sabido conducir al partido con transparencia y participación. Al no convocar a la militancia para definir la planilla de regidores, ha actuado con autoritarismo y favoritismo, asegurando su posición y la de Mario Ruiz, sin importarle la representatividad y la pluralidad. Ambos políticos han demostrado que solo les importa el poder y no el servicio público. Los cerritenses merecen opciones y más respeto, aunque no es tarde para lograr mejores acuerdos, de otra forma los involucrados estarán dirigidos al abismo.
En Cerritos, la política es un escenario de intrigas y conspiraciones, donde nadie se puede fiar de nadie.