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El Guma y su nueva investidura

Ah, pero qué injusticia con El Guma, ¿verdad? Antes, cuando lo veían en la plaza, era el amigo del pueblo, el que saludaba de mano y hasta bromeaba con la gente. Pero claro, ahora que está al frente del municipio, resulta que es un “prepotente” porque no puede atender a cada persona que quiera una audiencia como si fuera una consulta exprés en la barbería.

¿Que no atiende a todos personalmente? ¡Pues qué sorpresa! No sabíamos que ser alcalde significaba dejarlo todo para recibir quejas las 24 horas, como si fuera un buzón ambulante. Seguramente, entre las gestiones que se requieren para la inseguridad, los servicios básicos y la infraestructura que padece Guadalcázar, ha de quedarle mucho tiempo para escuchar lamentos y reclamos en vez de hacer su trabajo.

Ahora resulta, que hay un grupo de ciudadanos muy preocupados por el manejo del dinero público, lo malo es que no se saben los nombres para mandarles por correo las cuentas de la oficina de transparencia donde pueden solicitar informes conforme a la ley. Porque claro, los que no ven resultados en cuatro meses de gobierno ya asumen que el presupuesto está en alguna caja fuerte secreta, en lugar de entender que las gestiones llevan tiempo y que los recursos no son mágicos. El Guma ya no es el hijo de vecino sonriente que regalaba cigarros en la esquina, ahora es el alcalde, una figura de responsabilidad y respeto, y eso, por lo visto, duele más que una reuma en tiempo de frío.

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