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Cabalgata y misa con el arzobispo, fiesta de sonidos entre la lluvia

Corresponsales.- Cerritos se encomienda a San Juan Bautista no en su martirio sino en su nacimiento, en la alegría de saber que se va a presentar a Cristo ante el pueblo, dijo en su homilía en la parroquia de san Juan Bautista el arzobispo de San Luis, Jesús Carlos Cabrero Romero.
Ya casi a la una de este martes dio inicio la misa solemne, debido a la lluvia. Las calles eran ríos, como donde ejercía el bautista. La gente, arremolinada en el atrio, oía los rumores de la inminente llegada de la cabalgata y que el arzobispo ya casi llegaba. Los cohetones pese a todo encendieron y se elevaron.
Ya en la homilía, Cabrero Romero fue interrumpido por la sirena de la policía que antecedía a la cabalgata de charros, rancheros y autoridades de la región. La sirena aulló otra vez muy cerca de la parroquia. No sé a quién anden buscando. ¿A quién buscarán?, preguntó. Capaz que a mí, ya ven que luego a uno también lo buscan. Díganles que aquí estoy, que si quieren que me esperen, bromeó.
Asistido en la misa por el párroco y vicarios de Cerritos, así como del vicario general de la Zona Media, el arzobispo dijo que Juan el Bautista es un ejemplo como lo es Cerritos para otras comunidades, que corresponden a la gracia de anunciar a Dios.
Pidió un aplauso a los sacerdotes presentes y el reconocimiento de la vocación sacerdotal católica en tiempos en que pocos son llamados y cumplen con su designio. Ser santo no es imposible en estos tiempos, anunció. Lo importante es atrevernos a vivir constante y perseverantemente en el amor a Dios y a nuestros semejantes.
Somos vengativos y orgullosos porque vivimos sentidos de lo que nos hicieron los otros. Somos mentirosos y habladores porque no nos hemos atrevido a amar. No basta la palabra, hay muchos pobres, muchos enfermos, mucha envidia, mucha tristeza. No buscamos que Dios nos salve.
Los valores y la fe no deben vivirse sólo en el altar, comentó Cabrero, ante la iglesia a reventar, ataviada de flores y pendones blancos.
Debemos dar más a quien menos tiene, a quien hemos despojado por no compartir con ellos lo que el Señor nos ha dado, porque no se lo hemos querido dar. Si nos negamos, seremos reos de muerte, es decir, pecadores, añadió el arzobispo. Somos familia y debemos pedirle a San Juan Bautista que nos ayude a comprender lo que nuestro corazón quiere.
Afuera, se oyó de nuevo la sirena. Charros y charras, la presidenta municipal, una princesa de la Feria y muchas personas arribaron a caballo, precedidos por la banda y un Juan Bautista en su carro alegórico.
La lluvia seguía. Quizá así todos estábamos siendo bautizados por agua.

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